EN RESUMEN
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Este domingo 30 de marzo, unas treinta familias de la comunidad gitana lograron establecerse en un terreno municipal, camino de Dortis, en Toulouse. Aunque se habían instalado previamente bloques de hormigón por parte del ayuntamiento para prohibir el acceso a este sitio, estos viajeros lograron sortear estos obstáculos. Este suceso genera la preocupación de los vecinos y plantea cuestiones sobre la seguridad y la gestión de los espacios públicos.
Una instalación inesperada #
La sorpresa fue grande en el barrio cuando los habitantes descubrieron, esa mañana, la presencia de unas treinta caravanas en un terreno que aparentemente parecía inaccesible. Según los testimonios, los miembros de esta comunidad habrían movido los pesados bloques de hormigón que bloqueaban el acceso, lo que ha suscitado interrogantes entre los vecinos. «Me pregunto cómo lo hicieron», declara Moussa, un padre de familia del barrio, lamentando no poder disfrutar del campo de deportes. «Iba a jugar al balón con los niños, ahora será imposible.»
La memoria de instalaciones pasadas #
No es la primera vez que este terreno, situado cerca de la escuela Joséphine Baker, es escenario de instalaciones ilegales. Solange, una vecina, recuerda que gitanos ya se habían establecido aquí el otoño pasado antes de ser desalojados por las fuerzas del orden. «Nunca había ruido, provocaciones o niños merodeando por las calles», asegura, reforzando la idea de que la convivencia puede darse sin molestias.
Visión de las interacciones en el barrio #
Los vecinos parecen estar divididos respecto al impacto de esta instalación. ¿Sería una amenaza para la tranquilidad del barrio? «Sin molestias», confirma Serge, un jubilado que vive justo enfrente del terreno. Según él, los viajeros jugaban a la petanca y mostraban respeto hacia el vecindario. Otros, como Joël, emiten hipótesis divertidas sobre cómo estas familias pudieron abrir el acceso a pesar de las barreras. «Seguro que avisan a alguien del edificio que viene con una máquina, y deslizan un pequeño billete», ironiza, recordando que el alcalde había pedido su desalojo durante la última instalación.
Un desalojo programado #
A pesar de la aceptación expresada por algunos vecinos, la comunidad gitana se encuentra en una situación debilitada. Uno de los miembros incluso expresó su esperanza de no ver un «mal artículo» sobre ellos, mientras continuaban instalando su presencia, armado con un taladro. El ayuntamiento de Toulouse, por su parte, indicó que se presentaría una nueva solicitud de desalojo a partir del lunes siguiente, subrayando la tensión persistente en torno a este tema, así como las asignaciones específicas sobre el uso del terreno.