Imagina una isla de ensueño, rodeada de aguas turquesas, donde los yates de lujo hacían escala para ofrecer a sus pasajeros un espectáculo grandioso. Pero desde hace poco, en Córcega, las cosas han cambiado para los grandes barcos y sus propietarios: con regulaciones de anclaje cada vez más estrictas, los arrendadores buscan eludir las limitaciones impuestas… Una estrategia que ya no es bien vista en la isla de la Belleza, donde ahora se observan con ojo crítico estas tácticas para permanecer lo más cerca posible de la costa.
En la isla de la Belleza, las estrategias de los arrendadores de barcos para eludir las nuevas regulaciones generan debate y tensiones. Frente a la protección incrementada de los fondos marinos, muchos ahora eligen rodear literalmente Córcega, rediseñando el mapa del turismo náutico local. Este fenómeno, que antes era discreto, hoy es cada vez más mal visto tanto por los actores económicos como por la población insular. Este artículo explora por qué se ha desarrollado esta práctica, cuáles son sus consecuencias económicas y ambientales, y cómo Córcega intenta preservar el equilibrio entre el turismo de lujo y la salvaguarda de sus paisajes sublimes.
Cuando las regulaciones empujan al exilio marino
Córcega, conocida por sus aguas turquesas y calas paradisíacas, ha atraído desde siempre a los barcos de gran recreo. Pero desde la implementación de un decreto que regula el anclaje de yates de más de 24 metros, la situación ha cambiado. Ahora, los capitanes y arrendadores a menudo prefieren evitar las aguas corsas, dirigiéndose a Cerdeña u otras costas más acogedoras. La regulación, que tiene como objetivo principal proteger los valiosos campos de posidonia, prohíbe el anclaje cerca de múltiples sitios, obligando a los barcos a lanzar el ancla bien lejos, a más de 40 metros de la costa.
Consecuencias económicas muy reales
Esta fuga de grandes yates no solo trae felices resultados. El sector náutico, esencial para la economía local, ve reducir sus ingresos: en Bonifacio, la afluencia habría disminuido en 10% cada año desde 2022, según el director del puerto deportivo. Para algunos puertos como Saint-Florent o Calvi, la caída podría alcanzar incluso el 40% en algunos veranos. Sin embargo, la clientela de gran recreo es la más gastadora: cuando desembarcan, estos visitantes mantienen vivos a los restaurantes, boutiques y prestadores locales. Se estima que cerca de nueve millones de euros son los beneficios de este segmento en Córcega y hasta el 50% de los ingresos portuarios.
Cuando la protección del medio ambiente rima con tensión social
Si la salvaguarda de la fauna y flora marinas cuenta con consenso, el método no gusta a todos. Las nuevas reglas, a veces consideradas demasiado estrictas, dejan anclajes vacíos y muelles desiertos por las embarcaciones que normalmente se ven en temporada. Además, la imposibilidad de anclar en numerosos lugares contribuye al creciente sentimiento de injusticia entre los profesionales, que ven a otros destinos mediterráneos, como las Baleares, adoptar soluciones mixtas y flexibles.
Iniciativas para encontrar un compromiso
Para calmar los ánimos —y evitar que el desamor se convierta en permanente— varios actores del sector proponen la implementación de cajones de amarre con boyas. Esta idea, ya probada en otras partes, protege los fondos marinos mientras mantiene una actividad turística rentable. En las Baleares, por ejemplo, un sistema de pilotaje de anclas informa a los navegantes sobre el lugar preciso donde pueden anclar, limitando el impacto ecológico mientras se preserva el atractivo para las grandes unidades.
Una inquietud creciente en la isla de la Belleza
Mientras que la gran recreo experimenta un crecimiento del 50% en diez años en la cuenca mediterránea, Córcega teme quedar marginalizada. Este debate se inscribe en el contexto más amplio de las interrogaciones sobre el modelo turístico sostenible a adoptar, mientras que otros sectores también experimentan formas alternativas de arrendamiento, como lo muestra la creciente popularidad de Airbnb y similares. Pero aquí, la particularidad es que los arrendadores ya no buscan necesariamente quedarse: el rodeo de Córcega se ha convertido en la nueva norma, al punto que desembarcar su lote de millonarios en escala ya no se ve como el Santo Grial en la isla.
La inquietud por un futuro a la carta para los profesionales
¿El riesgo a largo plazo? Que la costa corsa pierda su atractivo, a imagen de algunos aeropuertos golpeados fuertemente por la deserción de compañías como Spirit Airlines. Para los profesionales, es urgente encontrar un nuevo equilibrio donde la preservación del medio ambiente no rime con desastre económico. El desafío es de gran envergadura: alrededor de 2000 empleos directos e indirectos dependen de ello, sin contar la reputación de Córcega misma, que ha forjado su leyenda entre mares cristalinos y escapadas excepcionales con la maleta en mano.