EN RESUMEN
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A veces sucede que nuestros *viajes* toman un giro inesperado y memorable. Esto es precisamente lo que vivió Joana Fillon, una agenesa que embarcó en un tren de la SNCF el pasado junio con su compañero de cuatro patas, un adorable gato llamado Pouki. Entre problemas técnicos, malentendidos y una cierta dosis de suspenso, la historia que siguió se asemeja a una verdadera *novela de aventuras*. Embárquese en este relato lleno de giros inesperados, donde la ligereza coquetea con la desinvoltura de los controladores de tren.
Una reserva caótica #
Todo comenzó cuando Joana decidió viajar con su gato. Consciente de que un billete es necesario incluso para un felino, se puso a la tarea de reservar un ticket para su compañero. Sin embargo, su dispositivo y la aplicación de la SNCF no parecían estar de humor cooperativo. De hecho, Joana se encontró con un *bug* que le impidió registrar el billete de Pouki sin también tener que volver a pagar su propio asiento. Ante este dilema, la situación se volvía cada vez más *cómica* para esta viajera decidida.
Un control por lo menos inesperado #
Una vez en el tren, Joana no tuvo otra opción que explicar su situación a los controladores. En un torbellino de absurdo, se vio obligada a desembolsar 20 € por el « billete » de su gato, que era mucho más que los 7 € habituales. Confundida por esta *injusticia*, intentó hacer valer su punto de vista, pero los agentes, imperturbables, le ofrecieron una alternativa: *iniciar formalmente una impugnación* por la suma de 85 €. ¡Eso se volvía cada vez más surrealista!
« En este punto, tenía la sensación de viajar con un león. »
Ante un fallo por mostrar una identificación, ya que no la tenía consigo, Joana trató de conectarse a su teléfono para acceder a ella. Desafortunadamente, la red celular era tan caprichosa como el humor de algunos controladores. La situación se degeneró hasta que el agente de la SNCF decidió llamar a las fuerzas del orden para verificar la identidad de la joven en el andén.
Una llegada teatral a Bordeaux #
Al llegar a Bordeaux, Joana se sorprendió al encontrarse rodeada de cinco agentes de seguridad, todos armados con *chalecos antibalas*. Un espectáculo difícil de creer para una simple viajera con su gato británico de apariencia inofensiva. Todos habían imaginado persecuciones con un desenlace espectacular, mientras que la realidad era que Pouki solo deseaba ser acariciado en lugar de ser interrogado. El contraste entre la tensión reinante y la despreocupación de su compañero felino era agudo de *comedia*.
Una reclamación sin respuesta #
Finalmente, después de haber vivido un espectáculo digno del teatro clásico, Joana tuvo que lidiar con el desenlace de los acontecimientos. La controladora le anunció que se aseguraría personalmente de que su reclamación no prosperara, un objetivo cumplido ya que fue efectivamente rechazada unos meses más tarde. Hasta el día de hoy, Joana sigue sin noticias de una compensación o una respuesta adecuada por parte de la SNCF. “La única opción que se me ofreció fue recurrir a un mediador”, confiesa, subrayando que la cuestión no es tanto monetaria como el respeto que debería ser otorgado a cada viajero.
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Punto de vista de una clienta agraviada #
Joana Fillon denunció entonces lo que considera un *abuso de poder* de algunos agentes del ferrocarril. Según ella, esta salida inesperada ilustra los disfuncionamientos que ha podido observar lamentablemente dentro de la SNCF, al mismo tiempo que una actitud desinhibida hacia los clientes que intentan ser cooperativos. Los animales, enfatizó, deberían ser recibidos sin una aparente amenaza o una horda de agentes de seguridad, listos para *aprehender* la situación.
Una respuesta de la SNCF #
Por su parte, la dirección de la SNCF reconoció que Joana no parecía satisfecha con su experiencia. La empresa prometió prestar especial atención a su reclamación, al tiempo que confió en que los animales son bienvenidos a bordo. Sin embargo, queda un sabor amargo dejado por esta aventura. De hecho, a pesar de las medidas tomadas, esta memorable tarde entre Joana y Pouki no será un recuerdo fácil de borrar.