EN RESUMEN
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Laeticia Hallyday, figura emblemática de la cultura francesa, nos lleva en un viaje lleno de emoción a Vietnam. Acompañada de sus dos hijas, Jade y Joy, regresa a los lugares cargados de recuerdos que han marcado a su familia. Este viaje no es solo una escapada turística, sino una verdadera misión humanitaria al servicio de los niños en dificultad. Sus encuentros conmovedores y su profundo compromiso revelan la fuerza de los lazos que unen a una madre con sus hijos y con aquellos que tanto lo necesitan.
Un compromiso en el corazón de la humanidad #
En Vietnam, Laeticia Hallyday se toma el tiempo para visitar el Orfanato Go Vap, uno de los orfanatos más importantes de Hô Chi Minh. Esta institución se destaca por la situación precaria de sus pensionarios, más del 80 % de los niños presentan discapacidades o trastornos, como la trisomía o el autismo. Es aquí, con su asociación La buena estrella, donde ha trabajado durante más de diez años para mejorar las condiciones de vida de estos niños. Más allá de los cuidados y la alimentación, es una luz de esperanza la que se esfuerza por llevar a su cotidianidad.
Reencuentros emocionales #
Este viaje está marcado por el recuerdo de un encuentro impactante que tuvo durante su última visita, antes de la pandemia de 2020. De hecho, muy emocionada, Laeticia vuelve a encontrarse con May, una niña a la que había conocido anteriormente. A pesar de los años que han pasado, la emoción es palpable. Al encontrarse con esta pequeña de gran sonrisa, Laeticia expresa su alegría: “Momento de emoción al reencontrar a May, esta pequeña de gran sonrisa que ha crecido mucho desde la última vez que la vi”. Los reencuentros tocan profundamente a Laeticia, reavivando en ella la motivación que guía su compromiso: cada gesto cuenta y estos momentos preciosos recuerdan la necesidad de continuar su labor.
Un viaje de recuerdos compartidos #
El viaje también permite redescubrir lugares familiares y revivir recuerdos de infancia para Jade y Joy. Estas múltiples experiencias, teñidas de nostalgia y emoción, forman un viaje iniciático donde cada anécdota se convierte en una lección de vida. Laeticia comparte estos momentos con sus hijas, transmitiéndoles la importancia de los valores de solidaridad y compasión. A través de sus palabras y gestos, inculca a Jade y Joy el sentido de compartir, al mismo tiempo que les permite forjar una apreciación profunda por la vida y la felicidad que conocen.
La fuerza de los lazos familiares #
Más allá de lo humanitario, es un viaje familiar que une a Laeticia Hallyday y sus hijas. Jade y Joy, conmovidas por las historias de los niños del orfanato, descubren cuánto amor y atención pueden iluminar incluso los caminos más oscuros. La familia se fortalece a través de esta experiencia, compartiendo momentos de ternura y tranquilidad. Juntas, forman un trío unido, listo para ofrecer un apoyo incondicional a quienes más lo necesitan.
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Un legado por transmitir #
Este viaje conmovedor es también un legado que Laeticia desea transmitir a Jade y Joy. Al mostrarles la realidad de las vidas distópicas que les rodean, las despierta a un mundo donde la compasión y la ayuda mutua son primordiales. A cada paso, subraya la importancia de dar, amar y compartir momentos enriquecedores, tanto en el plano humano como espiritual. Este compartir de experiencias forja recuerdos indelebles, que acompañarán a Jade y Joy a lo largo de sus vidas.
A través de un relato rico en emociones y compromisos, Laeticia Hallyday nos recuerda que cada viaje puede ser la ocasión de aprender y enriquecerse, tanto para uno mismo como para los demás. Cada niño, cada sonrisa encontrada resuena con el mensaje de esperanza y apoyo que desea transmitir, transformando así esta aventura en un hermoso capítulo de compartir y amor.