En el corazón del Cáucaso, Armenia se erige como un verdadero tesoro, una nación rica en historia que, lejos de ser una simple colección de vestigios, es un país vibrante de vida y cultura. Simon Abkarian, actor y director franco-armeno, nos recuerda a través de sus palabras la belleza y autenticidad de esta tierra cargada de emociones, donde cada piedra cuenta una historia y donde la hospitalidad de sus habitantes hace eco a un patrimonio vivo. Sumérgete en esta fascinante aventura, donde pasado y presente se encuentran, y descubre el dinamismo de una Armenia que solo espera ser explorada.
Simon Abkarian, actor y director franco-armeno, se expresa con pasión sobre la vitalidad de Armenia, un país que, según él, no se limita a sus vestigios históricos. Al ir más allá de las cicatrices del pasado, pone de relieve la rica cultura, la calidez humana y el carácter dinámico de un pueblo que continúa escribiendo su historia.
Los colores de Armenia #
En su primer encuentro con Armenia en 1994, Abkarian recuerda el color rojo de la piedra volcánica armenia y la «bondad» de sus habitantes. Esta impresión inicial marca el comienzo de una relación profunda con el país de sus ancestros. El contraste entre la belleza de la naturaleza armenia y los desafíos históricos que enfrenta el país es una fuente de inspiración para quien ha crecido en la comunidad armenia del Líbano.
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Una historia viva #
Abkarian insiste en que Armenia no es un simple museo al aire libre, sino un país «aún vivo, pleno». Evoca la capacidad de Armenia para contar su historia de manera viva, a través de las voces de sus habitantes. Las diferentes capas de la historia, ya sean heredadas de los períodos soviéticos o de los desafíos contemporáneos, se superponen sin nunca oscurecer la resiliencia y la fuerza del pueblo armenio.
El turismo como medio de intercambio #
Para Abkarian, el turismo en Armenia debe ir más allá del simple consumo de paisajes. Cada visitante está invitado a mirar de manera particular este país y a entender que no se trata de un simple viaje a través de vestigios, sino de una interacción con una cultura viva. Cada encuentro, cada intercambio, contribuye a tejer una red de relaciones humanas que supera el marco de las simples visitas turísticas.
Escuchar la naturaleza #
El actor también destaca la posibilidad de evadirse en el paisaje armenio sin enfrentarse directamente a la realidad política. La naturaleza, las montañas y los bosques ofrecen un refugio propicio para la contemplación. La belleza salvaje de los paisajes armenios permite a los viajeros reencontrarse consigo mismos y celebrar la vida en toda su precariedad.
Una lucha por la paz #
Las reflexiones de Abkarian evocan un deseo de paz profunda. A pesar de las tensiones omnipresentes, él ve a Armenia como un país pacífico, resiliente, capaz de celebrar la vida mientras es consciente de su fragilidad. La afirmación de que el país está «en suspensión» no debe ser vista como pesimismo, sino más bien como una invitación a la solidaridad y al compromiso con este territorio vibrante.