EN RESUMEN
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Ir de vacaciones suele ser sinónimo de relajación y placer, pero a veces esta pausa tan esperada se ve marcada por la aparición de diversos trastornos. A menudo se designa bajo el término de «enfermedad del ocio», esta problemática afecta aproximadamente al 3% de los viajeros. Los síntomas pueden variar desde dolores de cabeza, náuseas hasta infecciones. ¿Por qué ocurren estas molestias especialmente durante los períodos de descanso? Exploremos juntos las razones inesperadas que podrían perturbar sus vacaciones.
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El estrés acumulado antes de las vacaciones #
El camino hacia las vacaciones a veces está lleno de obstáculos. Entre la necesidad de finalizar proyectos profesionales y la preparación de las maletas, el período previo a las vacaciones puede ser particularmente estresante. Este estrés, aunque invisible, pone al cuerpo a prueba, movilizando sus recursos para un esfuerzo significativo. Al finalmente acceder al descanso, el sistema inmunológico, ahora menos solicitado, parece bajar la guardia y se vuelve más vulnerable ante las enfermedades, de ahí la aparición repentina de síntomas gripales o de fatiga.
La transición ambiental #
Otro factor que puede impactar nuestra salud en vacaciones es el cambio de entorno. Ya sea viajando a climas más cálidos o exponiéndonos a nuevos alérgenos, nuestro cuerpo debe adaptarse. A veces, las razones alérgicas se manifiestan por rinitis o erupciones cutáneas. Esta capacidad de adaptación del cuerpo a menudo se pone a prueba, lo que provoca reacciones inesperadas de las que nos gustaría prescindir.
Las modificaciones del ritmo de vida #
Ir de vacaciones significa a menudo una ruptura con nuestra rutina diaria. Si los días suelen transcurrir con cierta estructura, el cambio de ritmo puede perturbar nuestro metabolismo y nuestro sueño. Noches acortadas o comidas irregulares pueden generar fatiga y estrés. El cuerpo, en su intento de reajustarse a este nuevo horario, puede desencadenar síntomas variados como migrañas o trastornos digestivos.
Los nuevos alimentos y estancias en el extranjero #
Durante los viajes, es común experimentar nuevas cocinas e introducir hábitos alimentarios poco familiares. Aunque estos descubrimientos suelen ser deliciosos, también pueden inducir trastornos intestinales, especialmente si hay aversión a ciertos ingredientes o cambios bruscos en los hábitos alimenticios. La precaución es clave, ya que un simple plato mal digerido puede arruinar las escapadas más hermosas.
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El inconveniente de las condiciones de transporte #
Los desplazamientos para llegar a su destino pueden, además, jugar un papel preponderante en la aparición de malestares durante las vacaciones. Ya sea en automóvil, tren o avión, el trayecto puede ser fuente de estrés, incomodidad o exposición a patógenos, especialmente en espacios confinados. Estos elementos multiplican los riesgos de contraer infecciones, especialmente si el sistema inmunológico ya está debilitado.
La presión social en viaje #
Por último, el peso de las expectativas sociales y las obligaciones que nos recaen durante las vacaciones también puede contribuir a nuestra fragilidad física. La necesidad de disfrutar a toda costa, a menudo impuesta por las redes sociales, puede llevar a descuidar nuestro bienestar. Esta presión puede provocar comportamientos nocivos como el agotamiento al intentar equilibrar visitas turísticas intensivas y momentos de relajación, empujando aún más a nuestro organismo hacia la fatiga.