En los Pirineos, una catedral preserva el legado de veinte siglos de historia de uno de los pueblos más encantadores de Francia

EN RESUMEN

  • Pirineos centrales: un refugio de naturaleza e historia.
  • Saint-Bertrand-de-Comminges: pueblo clasificado entre los Más Bellos Pueblos de Francia.
  • Rico patrimonio de más de dos mil años de historia.
  • Vestigios de la antigua ciudad romana de Lugdunum.
  • Catedral de Santa María: obra maestra del arte románico y gótico.
  • Calles empedradas y casas de madera: ambiente medieval preservado.
  • Riqueza de la gastronomía local por descubrir.
  • Senderos de senderismo en el corazón de los contrafuertes pirenaicos.
  • Museos que revelan la historia antigua y medieval del lugar.

En el corazón de los Pirineos, un pueblo encaramado en una colina se revela como un tesoro del pasado. Saint-Bertrand-de-Comminges, reconocido como uno de los pueblos más encantadores de Francia, alberga una majestuosa catedral, joya de un patrimonio que se extiende por casi veinte siglos. Su silueta se erige con orgullo, testigo de un legado histórico rico, que mezcla lo románico y lo gótico, y atrae cada año a apasionados de la historia y de la arquitectura. Paseando por sus calles empedradas, uno se empapa de una atmósfera donde cada piedra cuenta una historia fascinante.

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En el corazón de los majestuosos Pirineos, el pueblo de Saint-Bertrand-de-Comminges se alza, ofreciendo un panorama impresionante sobre el valle del Garona. Esta antigua ciudad episcopal, clasificada entre los Más Bellos Pueblos de Francia, alberga la magnífica catedral de Santa María, símbolo indeleble de su herencia histórica. Enraizada en más de dos mil años de historia, esta catedral fusiona hábilmente elementos de los estilos románico y gótico, testificando las épocas en que nació.

Un legado romano fascinante #

Los orígenes de Saint-Bertrand-de-Comminges se remontan a la antigua Lugdunum Convenarum, fundada en el 72 a.C. por Pompeyo. Este nombre resuena aún a través de los vestigios romanos que componen el sitio arqueológico, donde se pueden admirar las bases del foro, los baños termales y un mercado. Estos monumentos evocan el recuerdo de una ciudad floreciente que contaba con hasta 30,000 habitantes en su apogeo.

El teatro antiguo, cuyos asientos se disponen en la pendiente naturalmente inclinada, ofrece una visión impactante sobre la importancia de Lugdunum en la región. Su impresionante capacidad de 6,000 plazas testifica la actividad cultural ambiciosa de la época. Paseando por la ciudad baja, se pueden descubrir fragmentos de un antiguo barrio artesanal que han sido desenterrados durante las excavaciones, iluminando así la vida cotidiana de los antiguos habitantes a través de objetos como cerámica, joyas y herramientas.

La catedral de Santa María: una obra maestra arquitectónica #

Dominando la ciudad, la catedral de Santa María es una verdadera maravilla, cuya construcción se sitúa entre los siglos XI y XVI. El ábside románico, con su majestad intemporal, coexiste armoniosamente con la nave gótica que eleva sus bóvedas hacia el cielo. Los detalles del claustro, adornado con capiteles finamente esculpidos que combinan motivos vegetales y escenas de la Biblia, la convierten en un lugar de serenidad donde el tiempo parece suspendido.

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En el interior, el coro de los asientos representa una pieza clave del Renacimiento francés. Cada asiento de roble, cuidadosamente esculpido, cuenta una historia a través de un rico programa iconográfico. Las escenas religiosas y profanas grabadas en las misericordias revelan un arte refinado y una habilidad de ejecución rarísima que cautiva a los visitantes.

Pasear por la ciudad medieval #

Las calles empedradas y sinuosas de Saint-Bertrand-de-Comminges transportan instantáneamente a los visitantes a la época medieval. Las murallas, orgullosamente preservadas, rodean la ciudad alta y están perforadas por puertas fortificadas, con la puerta Cabirole como la guardiana principal. Su estructura imponente y su camino de ronda evocan el pasado defensivo de esta ciudad histórica.

Las hermosas casas de madera del siglo XV, con sus fachadas blancas realzadas por vigas oscuras, añaden un toque de encanto pintoresco al conjunto. Las sombras de los salientes en las calles soleadas y la luz filtrada a través de las ventanas con travesaños crean una atmósfera íntima y cálida.

Descubrimientos e información práctica #

Accesible en una hora desde Toulouse, Saint-Bertrand-de-Comminges es un destino imprescindible. La primavera revela la belleza deslumbrante de las piedras doradas, mientras que el verano se caracteriza por festivales de música en la catedral. Durante el otoño, los colores brillantes de los Pirineos se reflejan en las murallas, ofreciendo un cuadro vivo que encanta a todos los visitantes.

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Para explorar plenamente el pueblo, se organizan visitas guiadas por la oficina de turismo, que permiten descubrir las anécdotas fascinantes sobre su historia junto a guías apasionados. Los museos, tanto arqueológico como departamental, presentan objetos que cuentan el rico pasado de la ciudad, seduciendo a los apasionados de la historia.

Los alrededores encantadores #

A pocos pasos se erige la basílica de San Justo de Valcabrère, un ejemplo emblemático de la arquitectura románica pirenaica, integrando piedras romanas en sus muros. El paisaje circundante invita a realizar caminatas a través de los contrafuertes de los Pirineos, incluyendo el GR 78, camino de Santiago, que promete panoramas encantadores.

Los pueblos vecinos de Saint-Bertrand, como Barbazan y Sauveterre-de-Comminges, han sabido preservar su carácter histórico. Desde las fuentes termales en Barbazan hasta los vestigios antiguos en Sauveterre, cada lugar revela las huellas de un pasado rico en historias fascinantes. El valle del Garona, por su parte, está salpicado de pueblos donde se pueden admirar granjas tradicionales, mientras se se acercan a las primeras cumbres pirenaicas.

Las rutas sinuosas conducen a destinos como Luchon, famoso por sus aguas termales, y Saint-Béat, donde las canteras de mármol abastecieron a los constructores romanos. Explorar esta región es sumergirse en una historia donde cada piedra cuenta los siglos pasados, ofreciendo una experiencia inolvidable.

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