EN RESUMEN
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El ciclón Chido, que golpeó el archipiélago de Mayotte el 14 de diciembre de 2024, dejó atrás un paisaje de desolación profundamente sentido en la industria turística. Este fenómeno climático violento causó daños considerables a la infraestructura y a los establecimientos que reciben turistas, obstaculizando así su capacidad para operar. A través de este artículo, exploraremos las consecuencias directas de esta catástrofe natural en la economía y el sector turístico en Mayotte, destacando la lucha de los actores locales por recuperarse de esta prueba.
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Destrucción de los establecimientos turísticos #
En Mamoudzou, la capital de Mayotte, el hotel Trévani ha sufrido una destrucción alarmante, con cerca del 60% de sus instalaciones devastadas. El gerente, Maoré Tanchiki, se encuentra frente a los restos de su establecimiento, registrando escombros de madera y metal como únicos testigos del futuro incierto que le espera. A pesar de las normas de construcción en vigor, la violencia de las inclemencias del tiempo causó daños a los que incluso los sistemas de seguridad no pudieron hacer frente.
El hotel de Hamaha Beach también ha sufrido los estragos del ciclón. Ted Le Bihan, su gerente, ha observado que el techo del establecimiento sufría una falla mayor, impactando 70% de las habitaciones. Las instalaciones, aunque inicialmente diseñadas para resistir a los ciclones, no pudieron escapar a la furia de los vientos violentos que animaron esa noche trágica. Mientras se instalan lonas de protección temporales, el futuro del hotel sigue siendo sombrío.
El personal y la comunidad en distress #
Las personas de la comunidad turística, desde el personal de los hoteles hasta los restauradores, también están afectadas por esta crisis. Los empleados, a menudo encontrados sin trabajo debido al cierre de los establecimientos, se enfrentan a una incertidumbre sin precedentes. Los propietarios intentan ser positivos, implementando estrategias para reabrir sus puertas a medida que se realizan las reparaciones, pero el sentimiento de desesperación persiste. Bruno Garcia, gerente del Caribou, declara su determinación para reabrir, pero enfatiza la complejidad de la tarea a realizar en materia de seguridad y reparaciones.
Los esfuerzos de reconstrucción apenas comienzan, y cada establecimiento implementa medidas de seguridad para garantizar que esto no vuelva a ocurrir en el futuro. Sin embargo, el camino hacia la normalidad será largo y lleno de obstáculos.
Consecuencias económicas a largo plazo #
Las consecuencias económicas del ciclón Chido no se limitan únicamente a los establecimientos afectados. Toda la industria turística en Mayotte corre el riesgo de sufrir gravemente. La Oficina de Turismo, incapaz de elaborar un balance completo, estima que tomará meses, e incluso años, para que el sector se recupere por completo. Las cancelaciones de reservas están llegando en masa, mientras que los turistas dudan en visitar una isla marcada por una catástrofe de tal magnitud.
Además, el impacto en el comercio local relacionado con el turismo también será notable. Restaurantes, tiendas de souvenirs y otros servicios que dependen de las visitas ya se ven obligados a enfrentar una disminución significativa de su actividad. La dependencia económica del turismo significa que una reactivación será esencial para la supervivencia de muchos negocios.
Una solidaridad regional en respuesta a la catástrofe #
Frente a la magnitud de los daños, la solidaridad se ha convertido en un elemento clave en la respuesta a esta crisis. Se están implementando iniciativas para apoyar a los actores del turismo, con programas de ayuda y subvenciones que buscan restaurar las infraestructuras. El compromiso de las autoridades políticas y de las asociaciones locales también ha emergido como un tema predominante, resaltando la resiliencia de la comunidad frente a la adversidad.
Es esencial que este apoyo no se limite a una respuesta de emergencia, sino que también se enfoque en la sostenibilidad y la prevención de futuras catástrofes. Se requieren medidas para mejorar las infraestructuras y preparar a la población para eventos climáticos extremos para fortalecer la resiliencia de los establecimientos turísticos.