Las preferencias de viaje de la Generación Z están experimentando una transformación radical, redefiniendo los comportamientos turísticos hacia 2025. Desde experiencias auténticas hasta selecciones de alojamientos únicos, los jóvenes aventureros se alejan de las destinaciones turísticas abarrotadas para priorizar la riqueza de las interacciones humanas. Los hábitos de viaje, que anteriormente estaban moldeados por la necesidad de destacarse en las redes sociales, ahora reflejan una búsqueda de significados verdaderos y conexión. Esta evolución marca el final de una era de superficialidad en favor de un enfoque más reflexivo y humano. Los indicadores de cambio se acumulan, anunciando reajustes en el sector turístico.
Foco rápido | |
Enfoque | La Generación Z prioriza una exploración más auténtica e intencional. |
Evolución de las preferencias | Transición hacia un enfoque JOMO (alegría de perderse) en lugar de FOMO. |
Menos interés por las destinaciones | Un desinterés creciente por los grandes destinos turísticos populares. |
Impacto del over-tourismo | Conciencia aumentada sobre los efectos del over-tourismo en las comunidades locales. |
Viajes en solitario | Preferencia por experiencias estructuradas en lugar de mochileros tradicionales. |
Conexiones en persona | Búsqueda de relaciones reales e interacciones sociales durante los viajes. |
Tipo de alojamiento | Interés por alojamientos únicos y auténticos en lugar de hoteles de lujo. |
Cambio de orden del día | Reducir las actividades de fiesta en favor de vacaciones enriquecedoras. |
El paso al JOMO
La Generación Z se aleja del espíritu del «FOMO» (miedo a perderse algo) que caracterizaba a la generación anterior. Cada vez más, esta clase de jóvenes viajeros adopta un enfoque más reflexivo y auténtico en cuanto a los viajes. Este cambio, a menudo calificado como *JOMO* (alegría de perderse), enfatiza la apreciación de momentos elegidos en lugar de la frenética de los destinos de moda.
Los jóvenes prefieren sumergirse en viajes menos convencionales, alejados de los circuitos turísticos saturados. Por lo tanto, las expectativas de esta generación evolucionan hacia una búsqueda de serenidad y significado, dejando de lado los lugares populares como Santorini o Bali.
Desvanecimiento de los viajes «Instagramables»
Otra tendencia en declive entre los viajeros de la Generación Z es la búsqueda de lugares *Instagram* para obtener fotos icónicas. Aunque esta práctica ha dominado las redes sociales, un cambio de actitud se perfila en el horizonte. Los jóvenes están cada vez menos incentivados a buscar lugares sobresaturados para capturar imágenes.
Los expertos señalan que las experiencias vividas y auténticas ahora superan las oportunidades de selfies. Los viajeros Z priorizan aventuras que los conectan con la cultura local y la naturaleza, cuestionando la valorización de los destinos de alta afluencia.
El fin del backpacking tradicional
El *backpacking* «old-school», alguna vez emblemático del viaje independiente, está experimentando un claro declive. Las experiencias juveniles con una barra de pan en mano y una mochila se están volviendo raras. La Generación Z, aunque mantiene un atractivo por los viajes en solitario, prioriza experiencias mejor estructuradas y seguras.
Los jóvenes desean disfrutar de un cierto grado de comodidad y conveniencia, lo que se traduce en un alejamiento de las estancias en albergues juveniles. El auge del teletrabajo también influye en su forma de viajar, interiorizando la necesidad de flexibilidad.
El atractivo decreciente por el lujo ostentoso
Las estancias en hoteles de lujo, alguna vez deseadas por muchos viajeros, están perdiendo popularidad. Hoy en día, la Generación Z parece más inclinada a optar por lugares auténticos y locales, como hoteles boutique o alojamientos únicos de Airbnb. Estas elecciones enfatizan experiencias memorables en lugar de la alta gama.
Este fenómeno atestigua una búsqueda de autenticidad, donde el alojamiento se convierte en un punto de anclaje para experiencias vividas, y no simplemente una opción de lujo para exhibir.
El declive de la cultura del «party»
La noción de viajes nocturnos alineados con la fiesta está estancada y se está agotando. Un número creciente de jóvenes viajeros de la Generación Z eligen abstenerse de noches de copas y orgías festivas. La cultura del clubbing parece trascender la simple noción de entretenimiento.
Los nuevos vacacionistas valoran un equilibrio entre exploración y bienestar. Durante sus estancias, optan por actividades que relajan y regeneran, integrando su búsqueda de salud y desarrollo personal.
La búsqueda de conexiones auténticas
La Generación Z manifiesta una necesidad creciente de conectarse con otros durante sus viajes. A través de sus experiencias, los jóvenes buscan espacios comunes, ya sean bares de hoteles o cruceros, para establecer relaciones enriquecedoras.
Los estudios revelan que dedican un considerable esfuerzo a identificar los mejores destinos propicios para las reuniones. De hecho, el 74% de los jóvenes encuestados indicaron haber realizado investigaciones específicas a tal fin, subrayando la importancia de la interacción humana.
Turismo responsable y consciente
La conciencia ecológica está en el corazón de las preocupaciones de las nuevas generaciones. Los efectos del *over-tourismo* influyen en las elecciones de los viajeros que se muestran más sensibles al impacto de sus actos en las comunidades locales.
La Generación Z prioriza destinos menos conocidos que respetan el medio ambiente y fomentan interacciones auténticas. Este cambio de perspectiva viene acompañado de una voluntad de apoyar las economías locales y reducir su huella ecológica al viajar.
Influencia de TikTok en las decisiones de viaje
Las plataformas sociales, especialmente TikTok, moldean las tendencias de viaje. La Generación Z se dirige hacia contenidos virales para planificar sus futuras estancias, y regresa a itinerarios atípicos para destacarlos en las redes.
Esta dinámica transforma la forma en que los jóvenes piensan sobre los viajes, incentivando la exploración de destinos menos conocidos, desprovistos de turistas, capaces de satisfacer su deseo de descubrimiento. Una tendencia así podría disuadir a los viajeros de los lugares arquetípicos tradicionales.
Una adaptación a las nuevas realidades está ocurriendo dentro de esta generación, confirmando que la flexibilidad y la autenticidad definirán los viajes futuros.